Colaboración por Ocean. Mauricio Moreno Alva 

La maricultura de peces marinos siempre se ha considerado una actividad altamente compleja, de altos requerimientos nutricionales y técnicos. La alimentación de las larvas de peces marinos ha sido uno de los mayores desafíos en la acuicultura, y los copépodos han ocupado un lugar destacado en esta historia. 

Con su perfil nutricional excepcional, rico en ácidos grasos esenciales como DHA y EPA, carotenoides, vitaminas y minerales, estos organismos se establecieron como el alimento vivo ideal para las etapas larvales desde los primeros intentos de acuicultura marina. Sin embargo, su uso ha evolucionado con el tiempo, especialmente ante la aparición de especies con altas exigencias nutricionales como Seriola spp., y el desarrollo de tecnologías que simplificaron los procesos de hatchery.

Copépodos: Pioneros en la Nutrición Larvaria de Peces Marinos

El uso documentado de copépodos como alimento vivo se remonta a los años 60 y 70 en Japón, Europa y América del Norte. Investigadores como Tetsuo Kuwatani y Per Sparrevohn demostraron su eficacia en el cultivo de especies como la lubina europea (Dicentrarchus labrax) y el bacalao del Atlántico (Gadus morhua). Durante esta época, el cultivo de copépodos como Acartia y Temora permitió tasas de supervivencia y crecimiento significativamente mayores que otras opciones de alimento.

En hatcheries europeos y japoneses, los copépodos fueron cruciales para optimizar la alimentación larval en especies con etapas críticas en la nutrición, como el lenguado (Solea senegalensis) y el rodaballo (Scophthalmus maximus). Sin embargo, los desafíos técnicos y económicos asociados a su producción, como la necesidad de microalgas específicas y sistemas de cultivo de baja densidad, limitaban su uso a proyectos de investigación o hatcheries especializados.

La Llegada de Los Rotíferos Y Artemia: Una Solución Práctica Y Confiable

Con el crecimiento de la acuicultura a nivel global en los años 80, los rotíferos (Brachionus plicatilis y Brachionus rotundiformis) y la artemia enriquecida se convirtieron en los pilares de la alimentación larval. Investigadores como Patrick Lavens y Patrick Sorgeloos en Bélgica demostraron que estas alternativas podían igualar el perfil nutricional de los copépodos mediante enriquecimientos específicos con ácidos grasos y vitaminas. Además, ofrecían ventajas operativas clave:

  • Cultivo más sencillo y consistente.
  • Mayor densidad de producción y menores costos.
  • Facilidad para estandarizar procesos en hatcheries comerciales.

El desarrollo de microdietas específicas en los años 90 permitió reducir aún más la dependencia de alimentos vivos. Estas dietas formuladas proporcionaban nutrientes esenciales en presentaciones fáciles de manejar y complementaban eficazmente los rotíferos y la artemia. Esta combinación probó ser exitosa en especies como la dorada (Sparus aurata), el pargo japonés (Pagrus major) y la corvina (Cynoscion regalis), consolidándose como el estándar en muchas operaciones comerciales.

El Resurgimiento de Los Copépodos: De Vuelta en Cultivos Exigentes Como Seriola Spp.

En los últimos años, con la expansión de cultivos relativamente nuevos como Seriola spp. (Seriola lalandi, Seriola rivoliana y Seriola dumerili), los copépodos han vuelto a captar la atención en el ámbito de los hatcheries. Estas especies, conocidas por sus altos requerimientos nutricionales, han llevado a empresas emergentes a promover productos innovadores como los copépodos criopreservados. Estas compañías aseguran que su uso puede mejorar indicadores clave de rendimiento (KPI), prometiendo:

  • Aumentar la supervivencia larval en un 20-30%.
  • Reducir deformidades óseas y mandibulares.
  • Promover un crecimiento más rápido y vigoroso.

Sin embargo, estos resultados no son uniformes. Mientras que algunos hatcheries han reportado mejoras significativas, otros han registrado resultados mediocres o nulos con el uso de copépodos. Esto refuerza la idea de que no existe una solución mágica o universal para resolver los desafíos de producción en hatcheries.

Por el contrario, múltiples estudios han demostrado que es posible obtener resultados excelentes sin el uso de copépodos. Hatcheries que trabajan con rotíferos bien manejados, artemia enriquecida y microdietas de alta calidad han logrado altas tasas de supervivencia y calidad larval en especies como el atún rojo (Thunnus orientalis), el mero gigante (Epinephelus lanceolatus), la lubina del sur (Dissostichus eleginoides) hiramasa (Seriola lalandi) kampachi (Seriola rivoliana) y kanpachi (Seriola dumerili) tanto en Europa como EEUU y México.

El Manejo Integral: La Verdadera Clave Del éXito en Hatcheries

Independientemente de los alimentos utilizados, el éxito en un hatchery depende de un manejo integral que considere todos los factores críticos:

  • Reproductores: manejo y nutrición óptima para garantizar huevos de alta calidad.
  • Producción de alimento vivo: protocolos consistentes para rotíferos y artemia, con procesos de enriquecimiento bien definidos.
  • Calidad del agua: monitoreo y control estricto de parámetros físicos, químicos y biológicos.
  • Microbioma larval: manejo del equilibrio microbiano en cada etapa del cultivo.
  • Capacitación técnica: personal con experiencia y habilidades para implementar y ajustar protocolos según las necesidades del sistema.

El resurgimiento de los copépodos en hatcheries, especialmente para especies exigentes como Seriola spp., subraya su potencial como herramienta valiosa. Sin embargo, no representan una regla de oro para mejorar los KPI. Su ausencia no limita el éxito, siempre que se adopte un enfoque integral que combine el manejo adecuado de reproductores, alimento vivo y microdietas de calidad, junto con un control riguroso de los procesos de hatchery.

Si tienes acceso a copépodos, úsalos como un recurso complementario. Si no, confía en una operación bien manejada: el éxito está en la integración eficiente de todos los factores, no en un solo ingrediente.

Conforme avance el desarrollo tecnológico y se implementen distintas prácticas en hatcheries, los procesos se irán optimizando, y los insumos para el desarrollo larvario de peces marinos serán cada vez más efectivos. Esto no significa la desaparición total de los copépodos, pero sin duda surgirán biotecnologías más prácticas y accesibles que permitan mejorar los KPI en hatcheries de peces marinos, facilitando una acuicultura más eficiente y sostenible.

Contacto: Mauricio Moreno Alva
https://mauriciomorenoalva.pro/

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